Uno de los personajes catalanes más peculiares del siglo XIX fue Narcís Monturiol. Su personalidad inquieta y creativa le llevó a dedicarse a disciplinas muy variadas durante su vida.
Criado en una familia de artesanos, dejó inacabada la carrera de Medicina y se licenció más tarde en Derecho, pero no llegó a ejercer su profesión, ya que una de sus pasiones, además de la política, era crear e inventar.
Entre sus numerosos inventos figuran un tranvía funicular, una máquina para enrollar cigarrillos y unas suelas de zapato sintéticas. Pero el gran invento de su vida estaba por llegar.
Su padre era fabricante de botas y barriles, y Narcís, a raíz del negocio paterno, aprendió todos los secretos de la impermeabilidad.
Y de aquí surgió su creación más relevante, una embarcación capaz de navegar bajo el agua, a la que bautizó como Ictíneo, el barco Pescado, y que es considerado el primer buque submarino.
El Ictíneo era básicamente un cuerpo de cobre cubierto por un caparazón de madera, propulsado por una máquina de vapor y una hélice de cuatro palas.
Monturiol se sumergió con su creación en las aguas del puerto de Barcelona en numerosas ocasiones, y tras más de cincuenta inmersiones, el 23 de septiembre de 1859 se hizo su presentación oficial, en la que llegó a permanecer más de dos horas bajo el agua, lo que en aquel momento fue un logro enorme.
Debido al éxito, y gracias a la colaboración ciudadana, Monturiol recaudó el dinero suficiente para trabajar en el Ictíneo II, que era una versión mejorada con un sistema de propulsión anaeróbica. El Ictíneo II fue botado en el puerto de Barcelona el 2 de octubre de 1864.
Pese a lo revolucionario y ambicioso del proyecto, al no recibir ninguna de las ayudas que solicitó a las instituciones, en 1867 Monturiol finalmente desmanteló el Ictíneo II y abandonó el proyecto. Todo su trabajo quedó reflejado en los escritos de aquellos años y en su Ensayo sobre el arte de navegar por debajo del agua.