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Trencadís: reutilizar materiales para el diseño arquitectónico fomentando la creatividad y la sostenibilidad, pionero Antoni Gaudí.

El oratorio del parroquia de Sant Joan de Gràcia, construido en 1909

El uso del ‘trencadís’ de las cúpulas, la caligrafía de las inscripciones en latín, la cruz de Malta, la elevación del tabernáculo, la profusión de ángeles que están de pie con las manos cruzadas sobre el pecho en lugar de volar y las columnas del altar y del comulgatorio con superficie alabeada son algunas pistas que han llevado a Josep Maria Tarragona, investigador de Antoni Gaudí, a afirmar que la capilla del Santísimo Sacramento de la iglesia de Sant Joan de Gràcia, en la plaza de la Virreina, es obra del arquitecto de la Sagrada Família, de la Casa Batlló y de la Pedrera. (entre otros).

Hasta ahora este oratorio se atribuía a Francesc Berenguer, mano derecha del genio, desde que en 1886 comenzó a trabajar como delineante en la construcción del Palau Güell.
En 1906, año en el que el arquitecto se fue a vivir a una casa del parque Güell con su padre, Francesc, Roseta, su sobrina huérfana, y Vicenta, la criada. Desde la montaña bajaba andando hacia la Sagrada Família. Siempre se paraba en la plaza de la Virreina. Así fue como Gaudí se convirtió en feligrés de la parroquia de Sant Joan de Gràcia, donde coincidía con su amigo Berenguer”.

El oratorio se ha salvado en dos ocasiones del fuego al estar cobijado en el sótano de la casa parroquial. La primera vez fue durante la Semana Trágica, en julio de 1909, cuando todavía estaba en fase de construcción, y la segunda, durante la guerra civil. Por ello, algunos mosaicos de la cúpula que envuelve al altar se dañaron, y tras la contienda disimularon su ausencia con dibujos pintados que imitan el ‘trencadís’ original. Las otras zonas de esta sala con 14 bancos de madera se conservan mejor.

La capilla no es la única obra de la iglesia que se atribuye a Gaudí. En la fachada de la calle de la Creu se encuentra un ‘jubé’, un conjunto arquitectónico formado por un balcón central, rodeado a ambos lados de coros y con una crucifixión encima. “Servía para que el obispo o los sacerdotes dieran la bendición al pueblo, el cual no entraba donde se celebraba la misa. El concilio de Trento reformó la liturgia y a partir de entonces todo el mundo podía acceder a misa ante el altar mayor. Los jubés desaparecieron de las catedrales españolas, pero quedaron algunos en Francia, Bélgica y en el centro de Europa. Gaudí quería ubicar uno en la fachada de la Glòria de la Sagrada Família, y en Gràcia hizo los ensayos”.

 

 

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