Te proponemos algo: Piensa en cualquier museo que hayas visitado en una gran ciudad; seguro que en tu memoria se trata un edificio colosal, con estancias enormes, en las que se exhiben sus obras de arte en un ambiente recogido, silencioso y solemne. ¿Verdad?
¿Y si te decimos que no siempre tiene que ser así?
Un museo ha de ser diseñado de manera que recoja la esencia de arte que en él se va a exponer, y a veces no tiene nada que ver con lienzos y mármol.
Algunas veces, algo tan simple como una ocurrencia inocente surgida en un momento lúdico, es el punto de partida para crear algo mucho más grande. O, como en este caso, muy pequeño, pero que sea pequeño no quiere decir que no sea muy notable. Todo lo contrario…
Gràcia es sin duda uno de los barrios con más historias curiosas de Barcelona. Una de ellas es que en él se encuentra el museo más pequeño del mundo.
Todo comenzó como un juego. Y detrás de él está Noemí Batllori, directora creativa del Hospital de Juguetes, y sobre todo, su hija Gala. Un día, mientras jugaba en la calle con una amiga, se les ocurrió esconder unos objetos en una de las cajas de acero en las que se ocultaban las antiguas llaves de paso de agua de los edificios.
Lo que en principio quedó como una ocurrencia de amigas se convirtió poco a poco en algo único, ya que actualmente hay numerosas cajas repartidas por todo el barrio con decenas de obras de arte en miniatura en su interior, transformando el barrio en un verdadero museo, y estas cajas en desuso en pequeñas salas de exposición, incluso Noemí imparte talleres para niños y adultos en los que los asistentes elaboran estas intervenciones artísticas con la intención de acercar el arte a los más pequeños y crear una red de interés cultural.
¿Serás capaz de encontrarlas todas?